A veces tu propio candado es tan fuerte que estalla.
Los pedazos de puertas reventadas no pueden engañar al tiempo.
Sin vuelta atrás sólo queda un cuerpo exhausto de contenerse a sí mismo
que camina vencedor ante una mente noqueada, aturdida. Vaya si camina.
Con la mirada fija en la nada, pero de frente. Libre. Sonriente.
Los pasos de la incertidumbre sí saben bailar para engañar al futuro.
El olor de las flores es más intenso que el de la mierda.
El rayo de sol que elige dar vida encuentra columpios hasta en la más oscura alcantarilla.
Vuela. Sin alas, ningún camino merece la pena.
Sin amor, tampoco. Qué suerte.